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La pasión de Paul



• Artista es alguien que sufre de pobreza toda la vida para ser una celebridad de corta duración, dijo alguien en una cena intimidando a Paul.

• Su amigo Emili Zoila le dijo: Eres cruel Paul, es por eso que nunca serás un gran artista.

• Henri Matisse dijo que “Paul era un Dios de la pintura”.

• Pablo Picasso dijo “Paul era nuestro padre”.

Se trata de Paul Cézanne.

Paul Cézanne (Aix-en-Provence, 19 de enero de 1839-Ib., 22 de octubre de 1906) fue un pintor francés posimpresionista, considerado el padre de la pintura moderna y cuyas obras establecieron las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico del siglo XX, nuevo y diferente. Sin embargo, mientras vivió, Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento. Desconfiaba de los críticos, tenía pocos amigos y hasta 1895 expuso solo de forma ocasional. Fue un «pintor de pintores»,1 que la crítica y el público ignoraban, siendo apreciado solo por algunos impresionistas y al final de su vida por la nueva generación. TOMADO DE WIKPEDIA Tanto la vida como la obra de Paul Cézanne nos puede decir mucho de él, pero una no explica la otra, conviven, se atraviesan, se complementan… Su vocación de artista estaba marcada por su inagotable búsqueda en la pintura, que ejercía con extrema dedicación y maestría. Un enorme esfuerzo y una duda filosófica se plasmaban en su obra. Aun así, dudaba de su propia vocación. Algunos contemporáneos se burlaban de él. No fue aceptado en El Salón de Paris desde 1864 hasta 1869, y a su vez en el Salón de los Rechazados, le frustraba ser doblemente rechazado. Pero centrémonos en su obra y no en su complicada personalidad. La historia del arte define su obra como influenciada por Delacroix, Courbet y los Impresionistas. Sus primeros cuadros son sueños pintados. Nacen de los sentimientos y buscan provocar a quien los ve solo sentimientos. Pero se separó de los impresionistas. El impresionismo busca mostrar en sus pinturas la manera como afectan los objetos a nuestra percepción de ellos, o sea la forma en que los objetos impresionan nuestros sentidos. En la paleta elegida por Cézanne ya no están siete colores, sino dieciocho: seis rojos, cinco amarillos, tres azules, tres verdes y un negro. Cézanne busca representar el objeto. Así que elimina los contornos y prioriza el color sobre el dibujo, buscaba plasmar la realidad, pero sin dejar de lado las sensaciones. Cézanne no creía que debía elegir entre la sensación y el pensamiento. La sensibilidad y la razón se unen en sus pinturas. Quiere confrontar la ciencia con la naturaleza, porque las ciencias proceden de ella. Pinta la materia en tanto se hace forma, un orden que se percibe de una forma espontánea entre el sentir y el pensar. El logra mediante la composición la impresión de un orden que nace, un objeto que va a aparecer, que se forma en nuestra mirada. Y al contrario de lo normal, es el dibujo un resultante del color en permanente vibración. El dibujo y el color se confunden, se pinta mientras se dibuja, se dibuja mientras se pinta. Cuando el color alcanza todo su potencial entonces la forma nace. La disposición del color encierra un todo indivisible, sin que la pintura pase a ser nada más que una alusión a las cosas. Sino una unidad integral que define lo que es la realidad para nosotros. Cuando Cézanne captaba la apariencia solo cuando emerge del color, no distinguía entra alma y cuerpo, entre pensamiento y visión. Nos muestra un todo inseparable, una experiencia primordial.

Es verdad, pues, que la vida de un autor no nos enseña nada y también que si supiéramos leerla encontraríamos todo en ella. puesto que está abierta sobre la obra. Así como observamos los movimientos de algún animal desconocido sin comprender la ley que los habita y los gobierna. Los testigos de Cézanne no adivinan las transmutaciones que impone a los acontecimientos y a las experiencias; son ciegos a su significado, a ese resplandor Procedente de ninguna parte que por momentos lo envuelve. Pero él mismo no está nunca en el centro de sí mismo; en nueve días de cada diez. No ve a su alrededor más que la miseria de su vida empírica y de sus ensayos fracasados, restos de una fiesta desconocida. Pero siempre tiene que realizar su libertad en el mundo, en una tela, con colores. Tiene que esperar la prueba de su valor de los otros. Por esta razón interroga cada cuadro que nace de Su mano, espía las miradas de los demás que contemplan

su tela. Por esta razón nunca terminó de trabajar. Nunca nos apartamos de nuestra vida, nunca vemos frente a frente la idea y la libertad.

La duda de Cezanne, Maurice Merleau - Ponty.

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